Den gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno.

1 Crónicas 16,34

Este versículo también corresponde al Salmo 118 y es muy frecuente en nuestros cultos. Es parte de la acción de gracias y alabanza organizada por David junto al pueblo y al arca de la alianza de Dios. ¿Tenemos nosotros la voluntad de alabar a Dios, así como lo propone el rey David? A veces no, porque pensamos que, si Dios permite tanto mal en este mundo entonces, o Dios no existe, o no tiene buenas intenciones. Pero con respecto al mal en este mundo, en verdad es algo que la Biblia no se esfuerza en disimular. Más bien está llena de historias de desastres naturales, guerras y corrupción humana. A pesar de estas tragedias también tenemos episodios de alabanza por parte de humanos y de ángeles tanto en la Tierra como en el Cielo. Jesús prometió perdón de pecados a quienes lo aceptaran pero no prometió que en estos tiempos las cosas iban a funcionar bien. A todo esto, hay algo sorprendente: algunas personas que están en situaciones difíciles, o muy cercanas al sufrimiento ajeno porque asisten a otras personas o a animales, nos sorprenden con su fe, su alegría por la venida de Jesús y sus ganas de alabar a Dios. ¿Será que se sienten acompañados por Dios, experimentando algo del Reino, o del Cielo? Tal vez viven un anticipo del Cielo porque en el Cielo es donde nos queda claro que hay motivos para alabar a Dios y muchas ganas de hacerlo.

Tomás Tetzlaff

1 Crónicas 16,23-43

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