El Señor alimenta a quienes lo honran y nunca se olvida de su pacto
Salmo 111,5

Esto nos revela una verdad fundamental sobre la naturaleza de Dios: Él alimenta a quienes lo honran y nunca se olvida de su pacto. Nos muestra el compromiso inquebrantable de Dios de cuidar y sostener a quienes le siguen con humildad. Pero, más allá de ser un simple recordatorio de su fidelidad, nos llama a asumir una responsabilidad importante.
A lo largo de las Escrituras, Dios se revela como defensor de los pobres y desamparados. Su amor y compasión hacia los necesitados son inquebrantables. En muchas ocasiones, Jesús nos enseñó la importancia de atender a los menos afortunados, diciéndonos que cuando servimos a los hambrientos, los sedientos y los marginados, lo estamos haciendo directamente a Él (Mateo 25, 35-40). Por lo tanto, el Salmo 111, 5 no solo nos habla de la acción de Dios, sino que también nos compromete a seguir con esa misma tarea.
Cuando extendemos nuestra mano para ayudar a los menos afortunados, estamos participando en la obra de Dios en la tierra. Estamos actuando en nombre de Dios y recibiendo al propio Dios en medio nuestro. Este es un llamado a la compasión y la justicia social, recordándonos que somos responsables de nuestros hermanos y hermanas en la humanidad.
Honrar a Dios no se limita a la adoración en un lugar de culto, sino que se manifiesta en nuestras acciones diarias, especialmente en la forma en que tratamos a los necesitados. Cuando nos preocupamos por los pobres y desamparados, estamos cumpliendo con un pacto de amor y justicia que Dios ha establecido con nosotros. Nos comprometemos a ser sus manos y su corazón en el mundo.

Eugenio Albrecht

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