De igual manera, después de haber cenado tomó la copa y les dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por ustedes va a ser derramada.”

Lucas 22,20 (RVC)

Estas palabras las hemos escuchado muchas veces; se repiten en cada celebración de la Santa Cena. Puede ser que de tan repetidas pasemos por alto la profundidad de esta frase de Jesús. Él habla de nuevo pacto y de sangre derramada por nosotros.

Este nuevo pacto es una nueva relación que establece Dios con la humanidad, con todos nosotros. Las Escrituras hasta ese entonces mostraban un Dios autoritario, al que se le debía obediencia, que castigaba las transgresiones y desobediencias. Un Dios que daba miedo y habitaba en un lugar lejano. Eso vino a cambiar Jesús. Él vivió como hombre, como uno igual a nosotros. Él quiso una relación cercana con las personas: tuvo sentimientos, amigos, alegrías, dolores, problemas. Nos mostró que su Padre era igual, que nos entendía, que podíamos confiar en Él, que quería relacionarse como un padre con nosotros.

Y esta nueva relación se basa en la libertad. Somos libres, ya no tenemos la amenaza del castigo sino que podemos decidir si aceptamos esa relación. Dios quiere una vida plena, buena, abundante para nosotros. Para eso su Hijo Jesús pagó por la culpa de todos. Su muerte en la cruz fue el pago total por todas nuestras metidas de pata.

Recordemos eso la próxima vez que nos acerquemos a la mesa de la Cena del Señor. El regalo ya nos fue hecho, sólo queda aceptarlo y vivir agradecidos por ese obsequio y seguros del amor de Dios.

Beatriz Mónica Gunzelmann

Lucas 22,7-23

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