Lunes 23 de diciembre

Regocíjese el campo, y todo lo que en él está; Entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento, Delante de Jehová que vino; Porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con su verdad.

Salmo 96,12-13

En este pasaje el salmista desea un tiempo que vendrá en el que toda la creación (tanto los seres humanos como los seres vivos del oikos) estará contenta porque Dios finalmente hará justicia. Pareciera ser algo así como un estadío en el que todos estarán contentos y alegres.
Es bien sabido que ante la acción de alguien que juzga los comportamientos de otros, al menos una de las partes es la que afectó a la otra, por lo que me pregunto si todos estarán contentos en el tiempo que Dios juzgue al mundo y a los pueblos. Seguramente no.
Pero teniendo en cuenta esto, reafirmamos la necesidad de prestar atención y cuidado a nuestras acciones, tanto a nivel individual como colectivo. ¿Es esto necesario solamente porque confiamos en que Dios nos juzgará en algún momento? ¡Espero que no! Más bien, espero que sea porque lo consideramos esencial para una convivencia pacífica, armónica y cuidadosa entre los seres humanos, así como en relación con toda la creación. Entendemos que nuestro derecho a vivir una vida digna y en abundancia no debe perjudicar a nada ni a nadie, ni disfrutarse a costa de nada ni de nadie.
Si todos pensáramos en las posibles repercusiones negativas de nuestras acciones sobre los demás, quizás dudaríamos varias veces antes de llevarlas a cabo. Y si llegáramos inevitablemente a una situación en la que no podamos optar por otra acción, debemos recordar que siempre es posible explicar nuestras acciones y, en última instancia, pedir perdón si es necesario.

David Cela Heffel

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