Me guía por el camino correcto
Salmo 23,1-3
Este es, quizás, si no el más conocido, uno de los salmos más recitados, más memorizados por las personas de todas las confesiones judeocristianas, y seguramente uno de los preferidos. ¿Quién no tiene presente la imagen del pastor con sus ovejas, remitiendo al Salmo 23, en un apacible entorno de verdes pastos? Himnos, alabanzas que han puesto melodías a este texto, también son evocados. Pero vale la pena enfocarnos por un instante en lo que dice el versículo 3: “…me guía por el camino correcto”. Aquí se pone de manifiesto una acción de movimiento, de tránsito, por eso habla de camino. Sabiéndonos peregrinos, caminantes, que nos movemos de un lado a otro, necesitamos de una guía, justamente esa guía que nos ofrece Dios, nuestro Señor. La imagen del salmo nos confiere el rol de las ovejas. No somos el pasto, ni el agua. Somos las ovejas, seres vivos que oyen la voz del pastor, y Dios es el pastor, que cuida de ellas, que las va guiando en la búsqueda del pasto que las alimenta, en el refugio para descansar. El camino correcto al que se refiere es aquél que no nos lleva al precipicio, a la caída y muerte segura. Por eso es importante sentir su guía.
Tengámoslo presente, sepamos que Él no nos abandona nunca.
“No tengas miedo, Él guía tus pasos… en el camino que lleva la vida, hay quien dirige de la eternidad”. (Canto y Fe 204)
Christian Bernhardt