Ustedes antes eran extranjeros y enemigos de Dios en sus corazones, por las cosas malas que hacían, pero ahora Cristo los ha reconciliado mediante la muerte que sufrió en su existencia terrena.

Colosenses 1,21

¿Por qué no vemos a Dios destruyendo el mal y castigando la maldad? ¿Dónde está Dios cuando la realidad duele? ¿Dónde está Dios cuando los indefensos son abusados, cuando el huérfano es traficado, cuando el pobre es tratado injustamente? ¿Por qué Dios no irrumpe en la Historia y destruye las fuerzas de maldad? Solemos preguntar…A veces pretendemos que Dios juzgue y castigue, pero siempre a los otros, no a nosotros. Jesucristo no usó su poder para matar y destruir. Por el contrario, se entregó en la cruz para mostrarnos que el camino no es el de la venganza, sino el de la reconciliación y entrega.

Cuando era chico, solía escuchar: “Si matamos a todos los malos, ¿quién quedaría?” Quizás ni nosotros mismos.

La novedad del Evangelio es: en lugar de la venganza, la reconciliación.

En una película de Batman (La broma asesina), el Guasón le dice a Batman: “Todos somos asesinos en potencia reprimidos, sólo danos una buena razón para matar. ¿Sabes cuál es la diferencia entre el hombre más cuerdo y yo? Un mal día… sólo eso”.

La Biblia dice algo similar: Todos han pecado y están lejos de la presencia de Dios (Romanos 3,23). Esto es cuando decimos mentiras, somos egoístas, envidiosos, celosos, tenemos amargura, odio, pensamientos impuros etcétera.

Pablo nos dice que si aceptamos a Cristo y lo imitamos podemos estar en la presencia de Dios, pero para eso debemos permanecer en la fe y en la esperanza que da el Evangelio. Jesucristo nos invita a un cambio. Cambiar esa ansia tan humana de venganza, odio, maldad, por un nuevo modelo de vida, perdón, reconciliación, amor…

Podríamos dar vuelta la pregunta inicial: ¿Por qué no vemos al hombre construyendo el bien y reconciliándose con los demás y con Dios? ¿Dónde está el hermano cuando otro sufre, es abusado o maltratado injustamente? Si el hermano está presente actuando a su favor… lo vemos a Dios también.

Pablo Münter

Colosenses 1,1-23

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