Jesús contestó: “El que habla por su cuenta, busca su propia gloria; pero quien busca la gloria del que lo envió, ese dice la verdad y en él no hay nada reprochable.”

Juan 7,16

En la época que Jesús vino al mundo nadie ponía en duda la autenticidad de sus obras milagrosas. El problema radicaba en el hecho de que no se ajustaba a las expectativas equivocadas que los judíos se habían hecho en cuanto a la venida del Mesías y también a los celos de los líderes religiosos al ver crecer la popularidad de Jesús entre las multitudes.
Esto es algo que también hoy sigue vigente, la mayoría del mundo se centra en expectativas -auto creadas que no giran más que en torno de ideales individualistas alimentados por una sociedad egoísta, conllevando a que cada vez existan menos creyentes en el mundo.
¿Trabajamos entonces nosotros lo suficiente para que otros conozcan a Dios? ¿Manifestamos y testificamos de las maravillas y los milagros que él nos regala como creyentes a diario o lo mantenemos para nosotros? ¿Somos lo suficientemente humildes o nos hemos adaptado al individualismo dentro de esto y solamente lo mantenemos para nosotros? ¿Amamos más al mundo que es el que trata de imponer una imagen falsa de Dios o lo amamos más a él?
Padre celestial enséñanos a mantener humildad en nuestras vidas mediante un corazón abierto a ti y a tu palabra. Guíanos cada día y danos hoy y siempre el entendimiento de tu palabra para poder ponerla en práctica. No permitas Señor que lo mundano nos aleje de ti y fortalece nuestras vidas mediante la constante presencia de tu espíritu santo en nuestros corazones. Amén.

Alexandra Griesbach

Juan 7,14-24

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