Y como el rey había mandado que su orden se cumpliera al instante, y el horno estaba encendido, las llamas alcanzaron y mataron a los soldados que habían arrojado en él a los tres jóvenes, los cuales cayeron atados dentro del horno.

Entonces Nabucodonosor se levantó rápidamente, y muy asombrado dijo a los consejeros de su gobierno: “¿No arrojamos al fuego a tres hombres atados?” “Así es” le respondieron. “Pues yo veo cuatro hombres desatados, que caminan en medio del fuego sin que les pase nada, y el cuarto hombre tiene aspecto de un ángel.”

Daniel 3,22-25

Impresionante como estos tres judíos que siempre obedecieron y sirvieron a Dios tuvieron que ir a un horno encendido por no haberse inclinado para adorar la estatua del rey, pero fueron salvados por un ángel del Señor, nos dice nuestro texto.

Es una gran historia con un gran mensaje de fe, de que si seguimos nuestros principios y los mandamientos de Dios siempre obtendremos una solución a nuestra dificultad.

La respuesta que nos envía Dios muchas veces está oculta a través de una idea que se nos surge, un consejo amigo, o algo que llega justo en el momento que estabas necesitando, y si estamos atentos, y en el medio del caos de nuestros problemas dedicamos momentos de quietud, de reflexión y de oración, es bastante probable que Dios nos mande la respuesta que tanto estábamos necesitando para resolver ese gran problema.

Señor Dios, dame sabiduría para poder enfrentar al problema para el cual no estoy encontrando solución, y en tu sabiduría infinita señálame el camino que debo seguir. Amén.

Daniel E. Heil Schreiner

Daniel 3,1-30

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