Dichosos los de conducta perfecta, los que siguen las enseñanzas del Señor.
Salmo 119,1
El texto de hoy nos invita a reflexionar sobre las bondades de seguir a Dios, y lo primero que me preguntaba al leerlo es si ese camino es realmente tan lleno de felicidad… Suelen pesar también las diferencias, los desencuentros, las amarguras… ¿A qué se refiere con el concepto de “felices”?
Intentando responder a esta pregunta, es posible recordar los sentimientos que surgen en algunos encuentros en comunidad, donde predominan los intercambios y reflexiones que nos ayudan a tomar conciencia de nuestras acciones y reacciones, a comprender, crecer y resolver conflictos; en el compartir, en la entrega, en la vida cotidiana estando en paz con uno mismo y con los demás.
Al visualizar estos momentos, surge una sensación vital, enérgica y esperanzadora, como en el canto conjunto que, además de conmovernos y unirnos, nos interpela con sus letras y nos invita a reflexionar. Al leer el texto, resuena una y otra vez la canción “Ven, sube a la montaña” ¿la recuerdas?, que describe algunas características de quienes buscan sinceramente a Dios. Algunas de estas cualidades se desarrollan con mayor naturalidad en nuestra vida, mientras que otras necesitamos ejercitarlas para favorecer su despliegue. Que podamos encontrarnos con otros y otras y cantar juntos/as:
Ven, sube a la montaña a recibir la ley del reino,
Jesús quiere grabarla sobre tu corazón.
1- Felices los humildes, su herencia es el Señor,
felices los que lloran, tendrán consolación.
2- Felices los pacientes, el cielo poseerán,
los que aman la justicia, en Dios se saciarán.
3- Felices los sinceros, porque verán a Dios;
los misericordiosos, porque obtendrán perdón.
4- Felices los que luchan por construir la paz,
a ellos pertenece el reino celestial.
Mateo Fischer