Si alguien quiere enorgullecerse, que se enorgullezca del Señor.

2 Corintios 10,17

La comunidad de Corinto era muy parecida a nuestra sociedad en muchas cosas. Esta vez, el apóstol Pablo pone el énfasis en la sobre-valoración de la apariencia, y la vanagloria de varios de los miembros de la comunidad, que buscan destacarse por encima de los demás miembros de la comunidad.

En los tiempos que vivimos hay muchos grupos y literatura que buscan que las personas afiancen su autoestima, en una sociedad en dónde los estándares de belleza y éxito estigmatizan a mucha gente. La frase “tú puedes” se escucha en muchos espacios, incluso dentro de las iglesias, porque también es el mensaje de Jesús: toda persona es valiosa por ser una criatura de Dios, creada a su imagen y semejanza.

Pero a la vez, esto que es tan bueno, termina también en el otro extremo: No necesitamos a Dios, porque me valgo por mí mismo. Esto es, la fe como una debilidad.

Sin embargo, Pablo, en este versículo que nos acompaña en este día, nos llama a “enorgullecernos del Señor”. ¿Qué quiere decir esto?

Toda persona ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. Toda persona que cree en Dios, es porque el Espíritu Santo habita en ella; lo que quiere decir que, si Dios no le infunde la fe, no la tendría.

Muchas veces me encuentro con personas que se irritan porque un ser querido no tiene fe, y se ponen a sí mismas como ejemplo; cuando en realidad, deberían agradecer a Dios por el don de la fe, y pedir a Dios que la bendiga con la fe.

Tenemos un Dios generoso, ¿no es motivo para enorgullecernos de nuestro Señor?

Estela Andersen

2 Corintios 10,12-18

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