Entonces Jehová dijo a Salomón: “Por cuanto has obrado así, y no has guardado mi pacto y los estatutos que yo te mandé, te quitaré el reino y lo entregaré a tu siervo.”

1 Reyes 11,11

Dice el profeta Isaías en su capítulo 55 verso 11: “La Palabra del Señor no vuelve a Él vacía”. Pero qué difícil es ver y “juzgar” la acción de Dios en medio de los sucesos históricos.

Salomón quiere hacer de su reino un lugar fuerte, poderoso, lujoso, reconocido. Para ello utiliza las armas que le da su tiempo: el comercio, las alianzas por medio de matrimonios con monarcas extranjeros. Y claro. Como en toda alianza hay negociaciones y concesiones que hacer.

Es en medio de las negociaciones que equivoca el camino, y el reino cambia de sentido. Ya Dios y su justicia no son el centro. El centro es el poder real. Y si para fortalecer ese poder debe hacer acuerdos, los hace. Salomón no supo, o no quiso ver, que su proyecto de reino estaba lejos del proyecto de Dios.

Quizás la pregunta que debiéramos hacernos hoy es: ¿analizamos nuestros proyectos y nuestras acciones desde la perspectiva de la fe? ¿Tenemos en cuenta los valores que Jesús coloca delante de nosotros y nosotras como un camino a seguir? O hacemos nuestras propias negociaciones y alianzas. Salomón con toda su gloria y sabiduría erró el camino.

Ayúdanos, Señor, a ser fieles siempre y tener en cuenta tus enseñanzas, guardándolas, poniéndolas en práctica.

Doris Arduin y Germán Zijlstra

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