Y le dijeron: “Dinos si eres el Mesías”. Él les dijo: “Si yo les respondo, ustedes no me creerán”.

Lucas 22,67 (BPD)

La idea de Mesías que cada quien se había hecho los había vuelto ciegos para poder reconocer en la persona de Jesús al Mesías.

Algunos lo buscaban solo por los milagros que hacía. Fascinados que siguiera multiplicando panes y peces, que curara enfermos, que sanara leprosos. Pero cuando Jesús les pedía “¡no cuenten a nadie!” esto no les gustaba pues querían alguien popular.

Los fariseos esperaban un Mesías puntilloso en las costumbres judías, pero Él comía con pecadores, curaba en día sábado y enseñaba que lo que contaminaba a cada uno es lo que sale del interior de cada ser humano, no lo que viene de fuera. Tampoco pudieron reconocerlo como Mesías.

Los zelotes se imaginaron un Mesías guerrero, capaz de expulsar a los romanos de sus tierras. Mientras que Jesús decía: “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” ellos tampoco reconocieron a Jesús como Mesías.

Incluso los discípulos de Jesús, a pesar de confesarlo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”, cuando les mostró el camino estrecho y la cruz solo quedó con uno a su lado.

Reconocer a Jesús Mesías es reconocerlo en todos esos rostros que nos desafían. No es un Mesías según nuestra idea. En el camino de cercanía a Jesús, vamos a poder verlo como Mesías esperado y al reconocerle: ¡aceptarlo!

Que la Paz de Dios nos regale un tiempo de Bendición. Amén.

Sergio López

Lucas 22,63-71

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