En el tercer año de su reinado, el rey Asuero dio una fiesta en honor de todos los funcionarios y colaboradores del gobierno, de los jefes del ejército persa y medo, y de los gobernadores y jefes de las provincias, con el fin de mostrarles la riqueza y grandeza de su reino y el extraordinario esplendor de su poderío. La fiesta duró medio año, al cabo del cual el rey dio otra fiesta que duró siete días, en el patio del jardín del palacio real.

Ester 1,3-5

La historia de Ester comienza con un banquete del rey Asuero quien disfrutaba haciendo demostraciones públicas de su riqueza y poder, que incluía fiestas que a veces duraban hasta 180 días.
Durante la fiesta que se relata, el rey pidió que su esposa, la reina Vasti, viniera delante de todos los gobernadores y príncipes para mostrarles su gran belleza vestida con su corona.
La reina Vasti rechazó la petición del rey, y él se enfureció. Temían que las mujeres de Persia escucharan de la negativa de Vasti a obedecer a su esposo y comenzaran a despreciar a sus propios maridos. Sugirieron que el rey emitiera un decreto en toda la tierra para que Vasti nunca más pudiera entrar en su presencia.
Hoy generalmente las relaciones se plantean en términos más equitativos, por lo que decidir sin consultar al otro, querer mandar sin pedir su opinión, determinar qué, cómo y cuándo se hacen las cosas, genera tensión, inconformidad y malestar.
Las personas autoritarias tienden a ver las situaciones en términos absolutos, lo que deja poco espacio a la concertación o la negociación, herramientas muy útiles a la hora de responder a las exigencias propias de la convivencia.
El hecho es que imponer puede generar desequilibrio y ser evaluado por la otra persona como un acto que afecta su libertad, dignidad o autoestima.

Mario Bernhardt

Ester 1,1-22

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