Les aseguro que en cualquier lugar del mundo donde se anuncie la buena noticia, se hablará también de lo que hizo esta mujer, y así será recordada.
Marcos 14,9
Los líderes religiosos quieren arrestar a Jesús durante la principal fiesta judía, pero con tanta gente presente no saben cómo hacerlo. Judas, “uno de los doce”, se ofrecerá para ser el instrumento de traición para entregar a Jesús a sus enemigos. El texto no nos aclara por qué Judas se deja usar de esta manera, pero a través de los capítulos sobre la pasión de Jesús, la traición, el abandono y la poca fe se hacen presentes aun entre los seguidores de Jesús, lo cual es parte del sabor amargo de estos pasajes.
No obstante, hay otro tipo de preparación para la muerte que trae esperanza en medio de este escenario. Intercalado entre las tramas para eliminar a Jesús y la colaboración de un discípulo en ello, está la historia de una mujer que unge la cabeza de Jesús con un aceite carísimo. Aunque hay conexiones de esta historia con las de otras mujeres que ungen los pies de Jesús, en Marcos, la historia se relaciona con una unción en preparación para su muerte.
Algunos presentes se quejan, arguyendo que el dinero podía servir para los pobres. Sin embargo, Jesús se da cuenta de que los que protestan no son sinceros en lo que dicen, pues sin duda mucho no se habrían preocupado por los pobres que siempre habían estado ahí y seguirían estando. Simplemente, no quieren darse cuenta de lo importante que es tener a Jesús con ellos. Por eso, Jesús los reprende y predice una buena memoria histórica sobre el acto de esta mujer.
Jesucristo ayer, junto a mis abuelos; Jesucristo hoy, junto a mis hermanos; Jesucristo aquí, presencia y memoria, Señor de la historia, Jesús, salvador. (Canto y Fe No 209)
Octavio M. Burgoa
Marcos 14,1-11