¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! Quiero adorar tu majestad sobre el cielo.
Salmo 8,1

El nombre de una persona es más que una simple etiqueta que la identifica. Parte de la identidad de la persona reside en su nombre, que expresa algo esencial de su carácter. Un nombre contiene algo de la esencia y la fuerza de quien lo lleva. En el salmo, alabamos el nombre de Dios, que es Creador, Señor, Fuerza y Admirable, entre otras cualidades que podríamos enumerar.
Cada obra de arte revela algo del artista. La Mona Lisa revela algo de Leonardo Da Vinci, quien la pintó. La pintura nos dice no solo que Leonardo vivió, sino también que fue un gran artista, un genio artístico.
Así sucede con la obra de las manos de Dios: el sol, la luna y las estrellas. No sólo señalan la existencia del Creador, sino que también proclaman el genio artístico de Dios. Además, expresan el amor de Dios por la humanidad. ¿Por qué, si no, Dios invertiría tanto en la creación de los cielos gloriosamente complejos y hermosos? El sol sostiene la vida, y todo lo demás son joyas, diamantes en el cielo, creados para nuestro deleite y para proclamar el genio del creador.
Todos tenemos un nombre que nos fue dado, y junto con él, un sello que nos identifica: nuestra identidad. Nuestras acciones hablan de nosotros, al igual que toda la creación habla del Creador. Alabemos a Dios, y que también nuestras acciones lo hagan, ya que testifican que somos un destello de la obra de sus manos.
Que tengas un hermoso día.

Sergio López

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