Abres tu mano, y con tu buena voluntad satisfaces a todos los seres vivos.
Salmo 145,16

Vivir demasiado preocupados por el futuro, puede generar una barrera que impide disfrutar plenamente del presente. Aunque parezca paradójico, muchas son las ocasiones en las que los esfuerzos que se basan solo en sostener el futuro bienestar económico, hacen que las personas ingresen a un callejón sin salida, y donde pocas cosas del presente se disfrutan y se viven con plenitud.
Pero no sólo eso. También se puede perder la oportunidad de necesitar “una mano que se abre” y de una “buena voluntad” que es capaz de auxiliar ante la ausencia o la necesidad.
Poner toda la energía para construir un mundo “seguro”, en el que se espera que no se presenten imprevistos, es no haber aprendido a confiar en la gracia y la generosidad del Creador. Dios no sólo abre la mano para satisfacer con su voluntad a los seres vivos, sino que cuando este se siente frágil, no le quita su mano protectora.
La segunda paradoja de esta obsesión humana de buscar asegurar su futuro, viene de los datos que nos entregan todos los años la ONU y las organizaciones ambientalistas, que nos alertan sobre el futuro de la creación y de la humanidad. Hay más que evidencias claras de que el calentamiento global es una realidad ya presente y palpable, así como el cambio climático y todas sus consecuencias.
Por eso, es tiempo de dejar un poco de lado la preocupación por asegurar el propio futuro económico, ponerse más en las manos de Dios, hacer su voluntad y luchar por la vida de seres humanos, pero también de las plantas, la biodiversidad, de los animales… la vida toda.

Eugenio Albrecht

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