Epifanía del Señor
La oscuridad cubre la tierra, la noche envuelve a las naciones, pero el Señor brillará sobre ti y sobre ti aparecerá su gloria.
Isaías 60,2
Todos los días encontramos cosas que necesitan una reestructuración o restauración, al igual que las personas que buscan dar sentido a sus vidas. Cuanto más complejo y difícil es el problema, mayor es la posibilidad de frustración por no lograrlo. Así estaba el pueblo en el tiempo del profeta Isaías, que experimentó varias transformaciones históricas. El texto de hoy se sitúa en un período postexílico deprimente y difícil, en la lucha por la supervivencia de la comunidad y también en la búsqueda de la utopía, de los sueños; en definitiva, en la lucha por la esperanza de un pueblo frustrado.
El texto de hoy expresa y apunta a la restauración completa de Jerusalén, una ciudad que históricamente ha sido devastada por ocu paciones y colonizaciones hasta el presente. Este canto de esperanza anima el camino. Habla a un pueblo que está triste, desanimado y hasta enojado, que avanza con miedo hacia su futuro, cargado de dolor y tristeza. Hoy en día, muchas veces nos encontramos cami nando con un peso sobre los hombros y solo vemos devastación y destrucción por donde pasamos, sin lograr vislumbrar el horizonte que el profeta nos invita a ver.
Cuando ponemos nuestra confianza en un Dios que camina con nosotros en medio de la destrucción, empezamos a ver sus promesas de cambio y restauración, incluso cuando estamos abrumados y abrumadas por el caos. El canto del profeta nos invita a reaccionar con esperanza, confianza y perseverancia, y a creer en cambios reales de liberación.
Dios restaurador, ayúdanos a ver más allá del humo de la destrucción, renueva nuestras vidas y fortalece nuestra sociedad con esperanza, para que caminemos en sendas de justicia y paz. Por Cristo Jesús. Amén.
Paulo Eduardo Siebra Andrade