Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob.
Salmo 146,5a
Vamos, hermanas y hermanos, a romper las cáscaras oscuras que ponen obstáculos a nuestra alabanza a Dios, el generoso. En este salmo, el Rey David le habla a los exiliados del pueblo de Israel, pero también nos habla a nuestras comunidades. Nos invita a detenernos y alabar, a fortalecer nuestra espiritualidad. Ahora nos detenemos para alabar al hacedor de los firmamentos y de toda la tierra.
Pero esta alabanza no es solitaria, es en comunidad, es presencial. Después nos cuenta que Dios hace justicia a los agraviados y da pan a los hambrientos. La espiritualidad sin diaconía es egoísmo puro, y la diaconía sin espiritualidad es asistencialismo vacío. Diácono: (del griego: διακονος, diakonos y del latín: diaconus: servidor), es decir, diaconía es el servicio a la otredad, un pilar importante de nuestra IERP: servir a personas que lo necesitan, compartir, acompañar es nuestro llamado como cristianos y cristianas.
Somos como vasijas llenas de luz que se rompen para disipar la oscuridad. Al mismo tiempo, nuestros cuerpos y almas necesitan recargarse de energía por medio de las alabanzas, las oraciones, el culto y el canto, para salir nuevamente al encuentro con nuestros hermanos y hermanas. La espiritualidad nos llena de Dios, y la diaconía nos permite compartirlo con todas las personas. La espiritualidad no existe sin diaconía, y la diaconía no existe sin espiritualidad. Son dos hemisferios de un mismo corazón. Feliz el que pone su confianza en el Señor: La espiritualidad. Porque Dios hace justicia por los oprimidos: La diaconía. Esa espiritualidad de nuestro culto, al igual que la diaconía de nuestras acciones, siempre será en comunidad, porque nadie se salva solo, nadie se salva sola. Amén.
Renatto Gray