Yo he hecho desaparecer tus faltas y pecados, como desaparecen las nubes. Vuélvete a mí, pues yo te he libertado.
Isaías 44,22
Al leer este relato de Isaías, vemos a un Dios todopoderoso, creador, que reconstruye lo que se ha destruido. Lo que es imposible para los seres humanos, Dios lo hace posible.
Detrás, descubrimos a un Dios amoroso que, a pesar de los errores de su pueblo escogido, él los perdona, hace desaparecer sus faltas y pecados, e invita a que se vuelvan a él porque ya los ha redimido, los ha libertado.
¿Acaso este texto nos quiere decir que podemos ir por la vida destruyendo, alejándonos de Dios, cometiendo pecados, si -total- Dios igual nos perdona, nos libera?
No, lo que el profeta Isaías nos quiere decir es, que sí hay un Dios que nos perdona, pero que también quiere que aprendamos de los errores cometidos, que seamos siervos suyos para cumplir su voluntad, que no volvamos a pecar, que tratemos de acercarnos más a él, que seamos obedientes a sus enseñanzas, que seamos instrumentos que ayuden a establecer su reino.
Quiera Dios, que seamos fieles a su palabra, que alabemos su gloria, que cantemos himnos en su nombre, que transformemos nuestro corazón y que estemos siempre dispuestos a servir y ayudar a quienes lo necesiten.
Señor, que pueda ser instrumento de tu paz… Si hay algún error, que yo ponga la verdad… Yo quiero consolar antes de ser consolado; compartir el gozo donde tristezas hay. Pues sé que cuando doy, es entonces que recibo; y cuando perdono, yo recibo perdón. (Canto y Fe Nº 300). Que así sea.
Rufina Rapp
Isaías 44,21-28