Iban por el camino, subiendo a Jerusalén, y Jesús iba al frente de los discípulos, los cuales estaban asombrados y lo seguían con miedo.

Marcos 10,32

¿Qué significa seguimiento para ti personalmente?

Para mí, seguir a Jesús significa que me conduzca con mis semejantes atenta y respetuosamente. Que busque promover la paz y me lleve pacíficamente con todas las personas. No es difícil, y para mí personalmente también es agradable.

Pero seguimiento también implica que yo me inmiscuya cuando veo que otras personas son despreciadas o insultadas. Que intervenga cuando atropellan en la calle a una mujer musulmana; cuando en la fiesta familiar el viejo tío lanza sus arengas racistas y alabanzas a los nazis: es ahí que seguimiento significa exponer una opinión diferente y crítica, y pronunciarse abiertamente a favor de los derechos humanos. Entonces el seguimiento se vuelve más difícil porque me lleva al centro de la pelea. Me hostilizan, quedo siendo odiada.

Para ver que el seguimiento puede ser muy costoso no hace falta que nos convirtamos en mártires como Dietrich Bonhoeffer u Oscar Romero, hombres que fueron asesinados por seguir a Cristo.

El camino a Jerusalén lleva a padecimiento y muerte. El seguimiento a Cristo también implica sufrimiento y peligros. Me consuela que ya las discípulas y discípulos de Jesús estaban atemorizados y desanimados. Eso demuestra sentido de realidad. Demuestra que ellos sabían en qué se metían.

Si con coraje seguimos a Jesús no estamos ciegos ante el peligro y el sufrimiento, sino que seguimos por el camino plenamente conscientes.

Si se cae la esperanza de tu pecho, si se acaba el deseo de luchar, no te olvides del rostro de tu pueblo y confía que el Señor te sostendrá. Que no caiga la fe, que no caiga la esperanza. (Canto y Fe Nº 237)

Heike Koch

Marcos 10,32-34

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