Felices los que practican la justicia y hacen siempre lo que es justo.
Salmo 106,3
¡Qué difícil es practicar justicia y sobre todo la justicia que es grata al Señor! En los últimos años, el pedido de justicia se ha incrementado mundialmente. La justicia humana muchas veces tiene sus falencias y puede ser muy injusta para aquellos que la piden a veces a gritos. Uno de los ejemplos más claros son los femicidios que muchas veces quedan impunes ya sea porque el agresor es poderoso o porque la justicia mira para otro lado.
Como iglesia nuestra obligación de buen cristiano es abogar por los necesitados y especialmente por los niños que sufren pobreza y exclusión. Estos niños necesitan fuertemente de nuestro apoyo para salir de su entorno y mejorar su calidad de vida.
No solo es darles un plato de comida y pensar que con esa acción basta, sino que deberíamos poder integrar a esos niños, y con cariño acercarlos a Dios y mostrarles que puede haber un futuro mejor.
Esto lo estamos realizando en muchas de nuestras obras diacónicas, por ello necesitan de todo nuestro apoyo no solo monetario, sino también de nuestro tiempo.
Señor, te pedimos que nos ayudes a obrar siempre con justicia y realizar los planes que tú tienes para nosotros. Amén.
Ingrid Mai Pinkes