Celebración a cargo del pastor Mario Bernhardt de la Congregación Montecarlo de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) en la que participan laicos y laicas, acompañando la liturgia, las lecturas bíblicas y la música.
El mensaje del pastor Bernhardt sobre Marcos 6, 1 – 13 hace un desarrollo sobre la llegada de Jesús a su pueblo y el contacto que tiene con sus vecinos y conocidos, así como el desconcierto que generó su presencia. En lugar de acogerlo, quedaron bloqueados por la imagen que tenían de él de su niñez y juventud, lo que les impidió tener una vivencia más profunda. Jesús se siente despreciado, porque los suyos no lo aceptan como portador del mensaje de salvación de Dios. En ese contexto Jesús menciona la frase “nadie es profeta en su propia tierra”.
Es la primera vez que es rechazado por un grupo y su presencia ponía en crisis la vida de cada uno y cada una de ellos. En ese mismo sentido, se preguntó por cuál es la imagen que cada uno tiene de Jesús, analizando que si es posible ver el aspecto profético, llevaría a transformar incluso a las comunidades de fe. Los suyos tuvieron la dificultad de ver al hijo de Dios en un carpintero, lo que también puede ocurrir en la actualidad, ya que se lo busca en lo espectacular y no lo sencillo, donde habita verdaderamente (en la tristeza, en el amor frágil, en las preguntas profundas, etc). A partir de esa realidad, se preguntó “cómo estamos recibiendo a Jesús” y si acaso “no estamos siendo indiferentes”.
Jesús es el maestro de la vida, que ayuda a crecer y hacer crecer que puede ayudar a enseñar en todos los aspectos de la vida. Al referir a la pandemia, señaló que deja al descubierto la vulnerabilidad del ser humano, así como las falsas seguridades; por lo que hace falta una reflexión valiente y lúcida sobre lo que se está viviendo. El propio Jesús fue mal visto por algunas personas por su insistencia de que la gente volviera sus ojos a Dios. En ese mismo sentido y desde la observación del la voz profética de Jesús, es necesario pedir que más que nunca su iglesia siga siendo profética en un mundo donde hay muchas falsas verdades, siendo así vocera del Evangelio, en medio de un mundo adormecido.
El Evangelio de Jesucristo es un camino de prueba y sufrimiento, ya que seguir a Cristo puede llevar a la soledad, a la traición y la incomprensión, pero esto no debe desanimar a anunciar la buena noticia del mensaje de salvación, especialmente entre los más necesitados de la sociedad en diferentes áreas, como la salud, la creación, el medio ambiente explotado, la justicia ausente, entre otros aspectos. La confianza de todo cristiano y cristiana es que Dios despierte la seguridad para ser testigos de su amor, para no olvidar de que es necesario trabajar en común por una humanidad más solidaria, que priorice el cuidado de los y las más débiles, por sobre todas las cosas.