Les digo esto, no para ponerles restricciones, sino en bien de ustedes y para que vivan de una manera digna, sirviendo al Señor sin distracciones.

1 Corintios 7,35

Una tía muy dedicada a la pedagogía y a la psicología, que también fue miembro de nuestra congregación, me dejó algunas ideas que aún me acompañan. Una de ellas tiene que ver con “servir al Señor sin distracciones”. Ella decía que la psicología procura que las personas no pierdan su tiempo. Tal vez no sea ese el único objetivo al estudiar la mente, pero me parece cierto que fobias, envidia, furia, los deseos que nos dañan y tantas otras complicaciones, nos frenan para mirar más allá y dedicarnos a actividades más gratificantes para nosotros y los demás, como lo es servir al Señor. No podemos aspirar a liberarnos de toda atadura mental para servir al Señor pero hay cargas que sería bueno que no llevemos para tener más éxito con la cruz que Jesucristo nos dice que llevemos, un yugo más útil para nosotros y los demás. Además, las personas problemáticas, entre las cuales a veces debemos incluirnos, también hacen perder tiempo y recursos a los demás y al sistema judicial de un país. El apóstol Pablo indica en el fragmento de hoy sugerencias simplificadoras para evitar el pecado en la vida en soltería y en el matrimonio. Ahora, ¿no dan más goce las relaciones de pareja que involucran infidelidad y pecado? A veces sí, de manera efímera. Pero creo que terminan mal, impiden otro goce, el de la fidelidad, y roban tiempo para la misión que propone Pablo.

Tomás Tetzlaff

1 Corintios 7,25-40

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