Después de hacer esta pregunta, Pilato salió otra vez a hablar con los judíos y les dijo: “Yo no encuentro ningún delito en este hombre.”
Juan 18,38
El juicio de Jesús ante Pilato es un juicio confuso.
Pilato es el representante del emperador (la función más importante en Jerusalén). Él tenía que interrogar a Jesús en aquella madrugada y pronunciar la sentencia. La situación es complicada y Pilato es incapaz de desarrollar un juicio según las normas jurídicas.
Por motivos religiosos, los acusadores no van al edificio tribunal. Pilato interroga a Jesús adentro y para escuchar a los acusadores debe salir afuera. En vez de llevar el fallo desde el sillón de juez, sale y entra, sale y entra. Es un caso relacionado con la religión y cultura del pueblo judío, de lo cual Pilato no entiende nada. El mismo dijo: “¿Acaso soy judío?”
Lo que sí entiende es que, si alguien quiere ser rey de los judíos, sería un usurpador del poder de los romanos y por este motivo condenado a la muerte. Pero Jesús se declara rey de un reino que no es de este mundo. Él ha venido para dar testimonio de la verdad. Jesús da testimonio de su Padre celestial y Pilato, por no entender de qué habla Jesús, expresa una pregunta filosófica: “¿Qué es la verdad?” En esta situación es difícil para Pilato dictar una sentencia y dice: “no encuentro ninguna culpa en este hombre.” Verdaderamente una sentencia correcta. Legalmente Jesús fue librado de los cargos. Pero, sin embargo, los acusadores insistieron en crucificar a este inocente. Pilato, el poderoso gobernador quedó sin poder. El plan de Dios se debe cumplir. Así se cumplió lo que Jesús dijo sobre la manera en que tendría que morir.
Dios, a veces no entendemos tu actuar. Humillas a los poderosos y cumples con tu voluntad. En nuestras actitudes desconfiamos mucho de tu poder. Haznos entender: Jesús murió por nosotros. Es tu camino de salvación y nosotros permanecemos en dudas. Danos la fe que confirma: Jesús murió y resucitó por nosotros. Amén.
Günter Kreher
Juan 18,28-40
