Y nuestro Señor derramó abundantemente su gracia sobre mí, y me dio la fe y el amor que podemos tener gracias a Cristo Jesús. Esto es muy cierto, y todos deben creerlo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.

1 Timoteo 1,14-15

Un himno del Culto Cristiano dice: “por gracia sola yo soy salvo, no temas más mi corazón… por gracia Cristo al mundo vino… Tan sólo por su amor sin par, perdón y paz te vino a dar”. La canción habla de vos y de mí, expresa que por gracia de Dios somos salvos e hijos, hijas suyos. En la carta de Pablo a Timoteo también hay un “yo” y un “tú”, el apóstol reconoce que debemos agradecer la fe y el amor que tenemos a Cristo Jesús, a través de quien recibimos la gracia de Dios. Y agrega un detalle más: que Cristo vino a salvar a los pecadores.

¡Qué buena noticia saber que Dios nos ama a pesar de nuestros pecados, a pesar de nuestros errores, a pesar de nuestras faltas! ¡Qué alegría poder contar con un Dios que nos otorga, por gracia, la fe y el amor!

Debemos tener muy presente este gran regalo de Dios, debemos estar alegres y compartirlo con los demás. Y reconocer, con humildad, que como Pablo somos pecadores y necesitamos del amor de Cristo.

¡Oh, tu fidelidad! ¡Oh, tu fidelidad! Cada momento la veo en mí. Nada me falta, pues todo provees. ¡Grande, Señor, es tu fidelidad! (Canto y Fe Nº 263)

Susana Carolina Plem