El Señor es misericordioso y clemente; es lento para la ira, y grande en misericordia.
Salmo 103,11
La característica número uno de Dios en la Biblia es su misericordia. No es Dios quien está enfocado solamente en juzgar y castigar. Como un Dios de misericordia, es “lento para enojarse”, es decir, su característica es la paciencia. En pocas palabras, la misericordia es el amor de Dios en acción.
Porque, como afirma este mismo Salmo, “…tan inmenso es su amor por los que lo honran como inmenso es el cielo sobre la tierra”(v.11).
Estas invitado e invitada a esa misma actitud en las relaciones cotidianas. Con una actitud compasiva que se esfuerza por ayudar a alguien con una amabilidad inesperada.
Pienso, por ejemplo, en la forma y sistema en que se realiza el comercio, orientado sólo a la ganancia económica. La competencia, que deshumaniza, como único modo válido de vida. ¿Y si al competidor lo viéramos con ojos de misericordia y solidaridad, en vez de dar lugar a la competencia que destruye las relaciones? Por supuesto que hay una forma de competir, legítima, limpia.
La característica y ejemplos nos muestran al Señor en la Biblia, no como el juez que condena sino como el Dios amoroso que sorprende con su invitación. No es sólo la actitud ocasional que nos describe la Biblia, sino el llamado a un estilo de vida.
Enviado soy de Dios, mi mano lista está
a construir con él un mundo fraternal.
Los ángeles no son enviados a cambiar
un mundo de dolor en un mundo de paz.
Me ha tocado a mí hacerlo realidad;
ayúdame, Señor, a hacer tu voluntad.
(Canto y Fe 150)

Bruno Knoblauch

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