Aléjate de la maldad, y haz lo bueno; busca la paz y síguela.
Salmo 34,14
El tono marca la melodía, dice el dicho. Podemos emplear las mismas palabras para comunicar ideas considerablemente diversas. «Apártate del mal y practica el bien». Puede interpretarse como una exhortación, un consejo didáctico, o incluso un desafío enérgico. No obstante, el Salmo 34 lleva por título «Alabanza a Dios».
Si interpretamos el texto como un acto de alabanza, su tono se convierte en una melodía placentera y llena de gratitud. Las palabras dejan de ser un mandato a obedecer, sino que señalan una conducta acorde con la alabanza a Dios.
Es importante considerar Romanos 7, 19-20: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que habita en mí”.
Alabando a Dios, el pecado pierde su poder y no domina las actitudes.
“Busca la paz y síguela” describe la dirección de las acciones alabando a Dios. En hebreo, la palabra “paz” es “Shalom”, que tiene un significado amplio. Engloba la totalidad de la vida corporal, espiritual y del alma. “Shalom” implica vivir en armonía con uno mismo, con el trabajo, con la comunidad, con la sociedad y con el mundo entero. Buscar y seguir la paz no implica entrar en un estado de complacencia donde podamos descansar, sino que es un camino que debemos recorrer. Como menciona Mateo 5, 9, “Bienaventurados los pacificadores”, aquellos que trabajan por la paz. Los pies que se dirigen por el camino de la paz, ya sea a paso lento o rápido, recibirán la bendición de Dios.
Padre celestial, te rogamos que dirijas nuestro corazón y nuestra mente, guiando nuestros pasos por el sendero de la paz, para así honrar y alabar tu bondad y misericordia. Amén.
Günter Kreher