¡Su verdad permanece para siempre!
Salmo 100,5

Algunas personas se asustan cuando se encuentran con el “martes 13” en sus calendarios. Para ellos y ellas, la fecha tiene una suerte de poder mágico, responsable de todas las cosas desagradables que suceden durante la jornada.
Sin embargo, al leer las palabras del Salmo de hoy, se puede encontrar un ejemplo claro sobre el lugar donde ponía la confianza el pueblo: siempre en las manos de Dios, cuya “verdad permanece para siempre”. Otra vez podemos aprender de quienes guardaban la misma fe que nosotros y nos antecedieron en esta larga historia de la salvación.
Amar a tu prójimo como a ti mismo.
Recibe en tu casa al extranjero.
No desampares a la viuda.
Quien no tiene pecado que arroje la primera piedra.
No robes.
No mates.
No adulteres la balanza.
Para citar algunas de las “verdades de Dios”, que siempre, pero siempre, tiene como objetivo la justicia y la misericordia entre las personas.
Hablar de la verdad de Dios y decir que ella permanece para siempre, en el contexto de un mundo que cambia de manera vertiginosa, hasta puede parecer un contrasentido. Sin embargo, la opción es pensar qué valor distintivo nos aporta frente a lo vertiginoso y fugaz.
Podemos aprender de esta promesa que nos habla del amor inmutable de Dios, así como de su fidelidad respecto de su pueblo y sus hijos, a la misma vez que reflexionamos sobre nuestro día a día, tratando de encontrar señales visibles de su presencia y acción. Podemos aprender y a su vez compartir aquello que Dios ya nos ha dado a cada uno de nosotros.
Salmo 100,4-5

Eugenio Albrecht

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