¿Qué está permitido hacer en el día de reposo; el bien o el mal?

¿Salvar una vida o destruirla?

Marcos 3,4

La respuesta parece obvia, y seguramente por eso aquellos asistentes a la sinagoga responden con el silencio. Sin embargo, la sola presencia del hombre puesto en el centro de la reunión, seguramente por primera vez, mantenía la vigencia de una pregunta imposible de eludir. Contra lo que hubieran respondido, aquellos fariseos se alían con sus adversarios los herodianos ante un enemigo común, ese Jesús que cuestiona su lugar de privilegio (v. 6).

Otra vez la discusión en torno al apego a la letra de una ley que amenaza quedarse sin espíritu y traicionar la intención que le dio origen, o llevarla a descubrir su verdadero significado.

En sábado, como día consagrado al Señor, su obra debe mostrarse en toda su plenitud. Y parte de su obra es la sanación de aquella persona que no sólo recuperará un brazo, sino la posibilidad de ser admitida como parte central del pueblo reunido en la sinagoga. En aquel con- texto, la discusión se plantea entre su inclusión como los bendecidos por la salud como don de Dios, o los maldecidos por la enfermedad.

¿La ley cumple con su objetivo de conducir hacia la vida plena como su espíritu inspirador lo busca, o se vuelve un medio de discriminación mediante la fosilización de la letra?

Es necesario que oremos a Dios en todo momento para que el Evangelio sea vida nueva de la cual damos testimonio y no permita que en nosotros se vuelva letra muerta que sólo justifique opciones desde las que condenemos a quienes no las comparten.

Oscar Geymonat

 

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