Los de la tribu de Manasés no pudieron echar de Bet-seán, Taanac, Dor, Ibleam y Meguido a los que allí vivían, ni a los que vivían en las aldeas cercanas a esas ciudades, así que los cananeos siguieron viviendo en ellas.

Jueces 1,27

Los de la tribu de Manasés tenían una orden: conquistar las ciudades citadas en el versículo de arriba; sin embargo, no pudieron cumplirla. Es así que los cananeos siguieron viviendo en sus ciudades.
Al hablar de esta historia en específico podemos imaginarnos diferentes causas por las que no pudieron conquistar esas ciudades. Algunos pueden pensar que los de la tribu de Manasés eran más débiles que los cananeos; otros tal vez piensan que Dios abandonó a la tribu. O inclusive piensan que no intentaron lo suficiente. Pero yo, queridos lectores, pienso que los de la tribu de Manasés tal vez perdieron su confianza tanto en ellos mismos así como su confianza en Dios. Entonces me planteo lo siguiente: si ellos hubieran tenido más confianza en Dios y en ellos mismos, ¿podrían haber cumplido con lo que Dios les había pedido?
¿No será que a veces lo que nos falta para lograr nuestros objetivos es confiar en Dios y en las capacidades que Él nos dio?
Porque Jesús nos da una tarea a nosotros los cristianos: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia” (Marcos 16,15), pero eso no será posible si no confiamos en nuestro Salvador.
Te pedimos Señor que nos des la confianza y seguridad para cumplir con tu mandato. Amén.

Alexandra Löblein

Jueces 1,27-2,5

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