… Y allí estuvo tres días sin poder ver, y tampoco comió ni bebió nada.
Hechos 9,10
Este versículo nos habla de la conversión de Pablo. Pablo perseguía a Jesús, y sin saberlo, es perseguido por Jesús; es alcanzado por él, por la Luz que ciega los ojos para todos los proyectos de persecución de Pablo, para todo el mundo exterior. Es la Luz que genera la Noche Oscura de los místicos que al estar tan cerca del Señor no pueden ver nada y solo allí en la oscuridad aparece la fe: “¿Qué quieres que yo haga?”
Tres días estuvo sin comer, ni beber, a ciegas. Estos tres días recuerdan los tres días en que Jesús descendió a los infiernos antes de resucitar. Tres días en que este descenso de Pablo a su verdad, a sus sombras, a su pobreza, lo realiza de la mano de Jesús y lo preparan en la humildad para recuperar la vista y poder seguir al Señor, resucitar a una nueva vida.
El Señor llama a los pecadores, locos, enfermos y los envía. A veces nos sentimos elegidos y creemos que es por nuestro mérito, esfuerzo y buenas obras. Pero el Señor elige a aquel que lo perseguía, lo perdona de antemano, lo quita de esa presunción propia de fariseo y lo lleva a la humildad, a lo más hondo de su corazón para ver su pecado y su salvación. Y una vez purificado, perdonado, poder abrirse a una nueva vida, resucitar en el amor de Cristo y responder: “¿Qué quieres que yo haga?”
Una linda oración, una dulce letanía en nuestro corazón: ¿Qué quieres que haga Señor?
María Luisa Malbran
Hechos 9,10-19