Y vinieron todos los ancianos de Israel… y ungieron a David por rey sobre Israel, conforme a la palabra de Jehová por medio de Samuel.

1 Crónicas 11,3 (RV 1960)

Los días buenos siempre llegan

1 Crónicas 11,1-9 describe una escena digna de una película épica: David, el pastor de ovejas opacado por sus hermanos mayores, ungido rey siendo adolescente, vencedor de Goliat en combate desigual, valeroso general y yerno de Saúl, injustamente proscrito y exiliado, regresa a Israel a los cuarenta años y es proclamado rey con todos los honores. Luego conquista la díscola Jerusalén para establecerla como capital del reino.
Un final feliz para una etapa plagada de incertidumbre: Desde el día en que fue ungido por Samuel hasta que se calzó la corona pasaron más de veinte años durante los cuales muchas mañanas se despertó preguntándose si ese sería su último día. La despiadada persecución de Saúl le resultó más aterradora que el campo de batalla. Llegó un momento en que, harto de esa tensión extrema, decidió abandonar Israel y pasarse al bando de los filisteos, enemigos acérrimos. Allí, al mando de una cuadrilla de seiscientos hebreos marginales, se dedicó al pillaje y asesinato (1 Samuel 27,8-11). ¡Qué lejos estaba de la promesa en esos días! Saúl abusando del trono y él un bandido entre los filisteos.
Pero las vueltas de la vida, o los caminos de Dios, retornaron esos hombres maltratados a su patria para ocuparse de ella.
Pasando el límite de los malos días, comienzan los buenos.
Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones. Deuteronomio 7,9 (RV 1960)

Daniel Angel Leyría

1 Crónicas 11,1-9

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