“Misericordia y verdad son los caminos del Señor para quienes cumplen fielmente su pacto. “
Salmo 25,10

Si tuviéramos que caracterizar a nuestro Dios creador del cielo y de la tierra, sin duda la misericordia estaría en los primeros lugares. Todo el ministerio de Jesús se trató de amor y bondad hacia los débiles, enfermos, desanimados y marginados. Jesús llevó sobre sí todo el poder y la gloria, junto con una inagotable misericordia hacia las personas y sus vidas. Siempre tuvo tiempo y atención hacia las necesidades de cada persona que atravesaba una situación difícil.
Dice el Salmista que los caminos del Señor son verdaderos, lo que significa que se presentarán muchas sendas a seguir, pero la única que nos llevará hacia aquel que dio todo por nosotros es el camino que nos lleva a Jesús. Es el único camino en el que ninguno de nosotros se perderá en la soledad y el abandono de nuestros sufrimientos, sino que llegará a la gloria y consuelo de este Dios lleno de poder y humildad.
El poder y la misericordia se manifestaron plenamente en la entrega mansa de Jesús en la cruz para abrirnos las puertas de las moradas celestiales, y así poder encontrar paz en el presente y salvación cuando partamos de esta vida terrenal. El poder absoluto de Jesús se hizo evidente cuando, estando en la cruz, le dijo a uno de los malhechores: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23,43). En sus últimos minutos de vida terrenal, Jesús le concedió la Salvación por gracia a este hombre que mostró un cambio de actitud.

Fabian Pagel

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