Y los sobrevivientes de Judá volverán a echar raíces y tendrán muchos hijos.
2 Reyes 19,30
Es Dios quien le habla al rey Ezequías por medio del profeta Isaías. A través de estos versículos vemos que Dios escucha la oración desesperada y no abandona a su pueblo.
Dios siempre regala un tiempo de gracia, a fin de pensar realmente cómo es nuestra vida y de qué manera nos vinculamos unas y unos con otros.
Cuando nos encontramos con este relato del Antiguo Testamento en el tiempo de los reyes, nos confrontamos con la realidad de que no terminamos de comprender cabalmente lo que implica vivir en paz y solidaridad. ¿Por qué digo esto? Porque tanto en la sociedad de aquel tiempo como en la de ahora tenemos la sensación de que debemos vivir para competir: Estado contra Estado, gobernantes entre ellos, sociedades una contra otra, y hasta en el interno de nuestras comunidades.
Sin embargo, frente a estas conductas humanas a lo largo de la historia, Dios vuelve a escuchar nuestras oraciones y vuelve a confiar en toda su creación. Es decir: Dios vuelve a confiar también en ti y en mí, esperando que podamos algún día ser co-partícipes de un reino de paz. Es el reino que Jesucristo nos prometió y para el cual nos invita todos los días, de nuevo, a sumarnos.
En el Evangelio de Mateo leemos: “Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6,33).
Este versículo está musicalizado en una conocida canción de Canto y Fe Nº 329.
Wilma E. Rommel
2 Reyes 19,20-37