Señor, Dios nuestro, ¡tú les responderás! Fuiste para ellos un Dios de perdón.
Salmo 99,8

El salmista llama a Dios, en primer lugar, “Señor”. Pero ¿qué Señor es éste?, podría preguntarse alguien desde diferentes ambientes o contextos. Por ejemplo, “Señor” se hacía llamar el amo por su esclava y esclavo en la época colonial. Y no hace mucho tiempo atrás, “Señor” se hacía llamar el hombre por su esposa, hijos e hijas; “Señor” que además elegía el esposo a la hija, se lo imponía, pues no se tenía en cuenta su sentir. De niña, mientras mi abuela bordaba y tejía, me contaba muchas historias de tantas mujeres que sufrieron una opresión patriarcal naturalizada, socialmente aceptada. Actualmente, con otras formas, se prolonga la opresión, en los frecuentes femicidios antecedidos por tanta violencia verbal, emocional y física. “Nos queremos vivas, libres y sin miedo”, claman cada vez más mujeres que luchan contra la violencia de género.
“Señor Dios nuestro, ¡tú les responderás!” Mediante Jesús, nuestro Señor, hemos conocido la respuesta: su Evangelio es liberador. Aunque, durante siglos, las iglesias callaron los maltratos que padeció la mujer, el desafío sigue en pie.
A lo largo de la historia, Dios ha respondido muchos de los porqués de tanto sufrimiento padecido bajo el sistema de vida patriarcal. Vemos en el arte de tejer caminos, de bordar sueños, de coser heridas, un modo de sentir a Dios presente, restaurador de vida, de la dignidad, de sujetos de derechos y de vínculos constructivos. El perdón es parte de ese proceso de construcción de nuevos vínculos.
Dios responde: va tejiendo un nuevo horizonte, junto a mujeres y varones, un sueño de justicia, de verdadero amor, es nuestra esperanza y fortaleza, otro modo más humano de vinculación es posible.
Dios de Jesús, ilumínanos para seguir con fe y esperanza tejiendo nuevos desafíos.

Norma Guigou

 

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