Señor yo soy tu siervo, mi madre fue tu sierva y yo también lo soy.
Salmo 116:16a
“Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no darlo” (William A.Ward) Cuando uno siente gratitud quiere expresarla, mostrarla y esto lo percibimos en las palabras del salmista hoy, quien encuentra una manera de hacerlo, apropiándose de la Copa de Salvación, de todo lo que Dios le ha dado; paz, confianza, gozo, victoria sobre la muerte ¿y cómo lo hace? Dando testimonio delante de otros, sí, su comunión y alabanza a Dios no queda limitada a su vida privada. El salmista renueva su entrega a Dios, lo hace desde una realidad diferente a la de su madre, pero con la misma confianza de saberse escuchado por Dios. Dios escuchó, atendió y acompañó a su madre, por eso él se atreve a invocarle, se anima a hablar con Él. El salmista reconoce la cercanía y acción de Su Dios.
¡Qué riqueza existe en ese reconocer con alegría la comunión ininterrumpida con Dios! ¡Qué riqueza encierra el sabernos hijos de un Dios cuyo Amor fluye como río eterno a través de los tiempos, recordándonos con su frescura y sus movimientos la victoria de la Vida sobre toda forma de muerte!
Soraya Aideé Pereyra