Y oraron así: “Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos cuál de estos dos has escogido para que tome a su cargo el servicio de apóstol que Judas perdió por su pecado, cuando se fue al lugar que le correspondía.”

Hechos 1,24-25

No se trata de encontrar grandes oradores, ni de seleccionar intelectuales brillantes, no fueron elegidos por su fortaleza física, ni por haber acumulado méritos… es la integridad del apóstol lo que está siendo sopesado por Dios en su elección.

La pregunta es: ¿por qué hacemos lo que hacemos?

¿Qué nos motiva, nos alienta, a hacer la voluntad de nuestro Dios?

¿Queremos sumar puntos para el “premio” que nos espera al final de los tiempos?

¿Lo hacemos sabiendo que somos primicias del Reino y por lo tanto nuestras acciones también son anuncio y testimonio para otras personas?

¿Lo hacemos sabiéndonos parte de una comunidad, un nosotros más amplio?

¿O simplemente buscamos asegurar nuestra existencia aferrándonos a pequeñas ventajas personales?

¿Que ve nuestro Dios cuando ve nuestro corazón?

Dios en su misericordia nos ve con ojos amorosos, pero sin integridad las primeras afectadas seremos las personas y la creación toda puesta a nuestro cuidado. Nada nuevo, pero quizás aún estemos a tiempo de cambiar.

En nosotros haz morada, vive en nuestro corazón. Eres tú, Jesús, benigno, eres infinito amor; óyenos, te suplicamos, y bendícenos, Señor. (Canto y Fe Nº 85)

Peter Rochón

Hechos 1,15-26

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print