El Señor juzga con verdadera justicia a los que sufren violencia. Dio a conocer sus caminos y sus hechos a Moisés y al pueblo de Israel. El Señor es tierno y compasivo; es paciente y todo amor.
Salmo 103,6-8
Nuestra gratitud o ingratitud da testimonio de la imagen que tenemos de Dios.
Con respecto a Dios, nos vemos confrontados con muchos ruidos y contaminación visual. Hasta el cansancio se repiten frases que suenan como mantras, pronunciadas de manera exhaustiva: “Dios es bueno”, “Dios es justo”, “Dios es fiel”, “Dios está mirando”, “Dios esto”, “Dios aquello”… una teología de carrocerías de camiones. No son las frases repetidas y memorizadas, ni la doctrina correcta y la única verdad las que determinan la justicia, los caminos, hechos y misericordia de Dios.
¿Dónde hay un Dios como el nuestro? Él dirige su mirada hacia abajo; cuanto más abajo esté alguien, tanto mejor lo mira Dios. Los ojos humanos hacen lo opuesto, buscan honra, poder, riqueza,… todo lo que es grande, elevado. Y donde hay personas así, todos se suman a ellas, se les sirve con placer, todos quieren estar allí. Por otro lado, nadie quiere mirar hacia abajo, donde hay pobreza, miseria, desgracia y angustia. Todo el mundo aparta la vista. Donde existen personas en esa situación, todos se apartan, la gente las evita, nadie se acuerda de ayudarlas, de asistirlas y trabajar para que también salgan adelante. Esa forma de ver a las personas, de hacer justicia y ejercer el juicio en favor de los oprimidos, ser misericordioso y bondadoso, es exclusiva de Dios.
Renato Küntzer