Samuel dijo: Más le agrada al Señor que se le obedezca y no que se le dé sacrificios y holocaustos; vale más obedecerlo y prestarle atención que ofrecerle sacrificios y grasa de carnero.

1 Samuel 15,22

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Históricamente las monarquías eran totalitarias, no debían explicación a nadie de sus decisiones. La palabra del rey era la ley. Y se cumplían sin discusión sus decisiones. Interesante es que Dios se manifiesta a través del rey de Israel y le ofrece victoria en sus conquistas, y bendiciones en su reino, pero a cambio le pide obediencia. Las decisiones del rey Saúl estaban bajo la orientación de Dios y debía obedecerle. Esta orientación de Dios al rey Saúl lo ayudó en muchas situaciones a tomar las decisiones correctas. Sin embargo, el rey Saúl quiso hacer su voluntad en forma arbitraria y no le obedeció, por lo que Dios le quitó su apoyo y orientación.

Entonces Saúl, para recuperar el aprecio de Dios, le quiso ofrecer sacrificios, lo que fue rechazado por Dios.

Qué bueno es gozar del aprecio y del amor de Dios y saber que podemos contar con su apoyo y orientación. Y saber que nuestras decisiones las presentamos antes ante Dios.

Pongamos nuestra entera confianza en Dios para que tengamos la certeza de que él aprueba nuestros actos y decisiones, y sabiendo que nuestras decisiones son agradables a él, porque nos debemos a Dios por ser sus hijos e hijas.

Dios nuestro Padre, ayúdanos para que podamos ser obedientes a tu palabra y a lo que tú esperas de nosotros. Ayúdanos a ser humildes y ver a los demás iguales a nosotros con sus necesidades y cualidades. Amén.

Arturo Heil

1 Samuel 15,1-35

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