Señor, tu amor es eterno; ¡no dejes incompleto lo que has emprendido!
Salmo 138,4-8
El salmo 138 es un salmo de acción de gracias, o al menos eso parece en los primeros versículos del canto.
Pero al finalizar el salmo, en los versículos que nos ocupan hoy, aparece otra intención más, hay una urgencia; el autor reconoce que hay una acción de Dios a su favor que ha sido realizada, pero esta acción no está terminada y eso genera impaciencia.
Los tiempos de Dios son distintos a los nuestros. Parafraseando al salmo diría: Tu amor es eterno, pero queremos ver tu acción ahora mismo.
Y es así, nos ha pasado a vos y a mi… es difícil aceptar los tiempos de Dios que no responden a los tiempos y las urgencias humanas.
Dios sabe de eternidad y nos deja tocar algo de esa materia.
Eterno es lo que no se deteriora con el tiempo, es algo que está más allá de las dimensiones que manejamos en este plano, lo traspasa. Y en el aquí y el ahora podemos tocar algo de lo eterno, Dios nos deja participar de algo de su tiempo; porque pensá… hay abrazos que son eternos porque eso que han generado, no va a cambiar nunca, lo que crean algunas caricias no va a cambiar nunca, son gestos que abren la puerta a la eternidad y en ellos está la esencia de la presencia de Dios.
Que Dios nos dé la paciencia para la espera y para poder descubrir las bendiciones de la obra de Dios con gratitud.
“Cuando crece la alegría y nos inunda va Dios mismo en nuestro mismo caminar”. (Canto y Fe 317)
Cristina La Motte