Con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento.
Salmo 23,4-6

El cotidiano trajín, la monotonía de la rutina diaria, suele predisponernos con una impronta negativa hacia la vida. También contribuye a eso soportar continuamente malos tratos, indiferencia, humillaciones de parte de otros. Frecuentemente caemos en una situación que se refleja en la apatía, o en una depresión, o en circunstancias más extremas, en desesperación. Todos son estados que tienden a paralizarnos, a no dejarnos seguir adelante. En la alegórica alusión que se hace en esta parte del salmo a esas circunstancias de aflicción, el “valle de sombra de muerte”, es protagónica la intervención de una herramienta adecuada: la vara de pastor. Ese elemento es depositario de la esperanza que nos impulsa a seguir adelante. Sentimos que nuestras fuerzas nos abandonan, queremos dejar todo ahí, o “tirar todo por la borda” como solemos decir cuando no encontramos más motivos para continuar con algo, ya sea en lo personal, en lo familiar, en lo laboral, en lo comunitario… pero la vara del Pastor nos transforma, nos renueva la esperanza de seguir el camino, porque sentimos que no hay nada que temer, y que al final todo vale la pena. Tengamos esa certeza en todo momento, y compartámosla con todos aquellos que la necesiten.
“Sí vale la pena vivir, en este mundo que Dios hizo por mí”. (Canto y Fe 184)

Christian Bernhardt

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