Después Josué leyó cada una de las palabras del libro de la ley, tanto las bendiciones como las maldiciones. No hubo una sola palabra de todo lo que Moisés había mandado, que no leyera Josué ante toda la comunidad de Israel, incluyendo a las mujeres y niños, y aun a los extranjeros que vivían entre ellos.

Josué 8,34-35

Este texto se inscribe en la historia que tiene por protagonistas a Josué y su ejército, que por orden del Señor avanzan con treinta mil guerreros sobre la ciudad de Hai, destruyendo la población y asesinando a su rey. Después de estos sucesos Josué construye un altar en el monte Ebal, para que los israelitas ofrecieran holocaustos y sacrificios de reconciliación. Y desde este lugar y contexto Josué se ocupa de leer cada una de las palabras del libro de la ley sin omitir una sola palabra.
Es difícil hacer una reflexión a partir de una historia tan cruel, no obstante considero importante destacar dos aspectos en la actitud de Josué:
1. El hecho que el texto remarca que Josué leyó cada una de las palabras de la Ley y que no hubo una sola que no leyera ante la comunidad… Sin duda llama la atención este énfasis en la forma de la lectura, y nos interpela con la pregunta: ¿cómo leemos nosotros la Palabra de Dios? Muchas veces tenemos la inclinación de hacer una lectura parcial leyendo solamente lo que nuestros oídos quieren escuchar y/o lo que nos conviene. De hecho sabemos que hay grupos religiosos que son muy hábiles en diseñar toda su teología en base a textos de su conveniencia. El ejemplo de Josué nos recuerda y nos debe animar a una lectura amplia e integral de la Palabra, que incluye beneficios y bendiciones a la obediencia, como también compromisos y responsabilidades.
2. El texto resalta que los destinatarios de la lectura eran: toda la comunidad de Israel, incluyendo a las mujeres y niños, y aun a los extranjeros que vivían entre ellos. La lectura de la Palabra, aparte de ser amplia y completa, debe llegar a todos por igual, debe trascender los límites de la comunidad tradicional de los hombres (en tiempos de Josué), para incluir a mujeres, a niños y a extranjeros. Su propuesta es una lectura inclusiva. Y de nuevo tenemos en este punto una interpelación a nuestras propias lecturas, ¿a quienes están dirigidas y a quienes apuntamos?
Que Dios nos oriente y acompañe en compartir la Buena Nueva con amplitud y dirigida a todos y todas. Amén.

Hilario Tech

Josué 8,30-35

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