Por tu buena voluntad acrecientas nuestra fuerza.
Salmo 89,17b

¿Estás cansada/o? ¿De dónde tomas fuerzas? ¿Eres del grupo de personas que ponen su vida en piloto automático y solo siguen por inercia hasta caer?
La Buena Voluntad de Dios es amarnos con amor incondicional. Dios es quien nos brinda fuerzas, nos regala cada día su paternal-maternal solicitud para que podamos desarrollar nuestro trabajo y que nuestras fuerzas, nuestra vida entera, se alimenten y se llenen de Él.
No vivimos de nuestras propias fuerzas, ni de nuestros muchos ejercicios voluntarios, sino de lo que recibimos imperceptiblemente de la bondad de Dios.
Como ramas de un árbol podemos crecer, podemos movernos, podemos dar frutos, y florecer porque estamos alimentados de lo que las raíces del árbol nos proveen y que toda esa vitalidad llega hasta la más pequeña hoja del árbol.
Esa fuerza que nos viene y se distribuye en cada uno, permite que nosotros tengamos fortaleza, dinamismo.
Reconocer que nada somos, nada tenemos que sea generado por nosotros, nos ubica en el lugar de creación delante del Creador y por lo mismo en Él nos movemos, existimos y su vida en nosotros es la que nos impulsa cada día para abrirnos a la Esperanza.

Sergio López

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