¡Que haga justicia el rey a los pobres! ¡Que salve a los hijos de los necesitados y aplaste a los explotadores! ¡Que tenga el rey temor de ti por siempre, mientras el sol y la luna existan! ¡Que sea como la lluvia y el rocío que riegan la tierra y los pastos!
Salmo 71,4-6
Este salmo es una oración por el rey, es decir, el gobernante, aquella persona que toma decisiones que afectan a un conjunto de personas y lo hace de manera compulsiva para aquellos que viven en su reino. Es parte de la tradición judeocristiana poner/tener en oración a quienes ejercen poder sobre otros porque sabemos de la imperfección y finitud de las personas. El salmista pide al rey que haga justicia por los pobres y además pide salvación a los hijos de quienes pasan necesidad, pero no solamente se detiene a pedir por ellos sino también por aquellos que explotan a las personas. Interesante que el salmista tiene en cuenta en sus plegarias a los que sufren y al mismo tiempo a quienes generan el sufrimiento. Porque hay que tener presente que el sufrimiento de los explotados es una obra humana, la explotación es ejercida por pares, seres humanos que son iguales de nacimiento pero que a partir de sus intereses se aprovechan injustamente de otro para su propio beneficio.
Al mismo tiempo, el salmista que pide por el rey le pide a Dios que tenga miedo de él, ¿por qué pide esto? ¿de qué manera funge el miedo en este caso? Si bien el miedo muchas veces paraliza a las personas también puede funcionar como recordatorio de nuestras debilidades o falencias.
Sigamos teniendo en oración a Dios a quienes nos gobiernan y al mismo tiempo pidámosle a Dios que en su infinita sabiduría les recuerde a los gobernantes que son personas falibles.
David Cela Heffel