El Señor te estará vigilando cuando salgas y cuando regreses.
Salmo 121: 8ª (RVC)

Vigilar es una palabra que puede despertar en nosotros sentimientos y emociones positivas o negativas según nuestra experiencia de vida. Muchas veces la palabra vigilar la relacionamos rápidamente con la acción de controlar, de limitar la libertad; de espiar. Pero vigilar también tiene un significado positivo.
Este versículo tan conocido del salmo 121 nos habla de vigilar como sinónimo de cuidar, velar, atender, proteger, guardar al igual que lo hace un padre, una madre como expresa este poema.
Duerme mi niño, duerme mi eterno amor
para que descanses tranquilo, tus sueños vigilando estoy.
Anda mi niño, camina salta y corre
que tus pasos pequeños, en la senda guiando voy.
Juega mi niño, canta una bonita canción
que observando atentamente tus movimientos estoy.
Mi dulce niño, mi gran creación
bendiciendo tu vida, a tu lado siempre voy.
Así actúan las madres y los padres. Cuidan y atienden a sus hijos, no para librarlos de penas, problemas y angustias ya que no pueden evitar de que sufran, sino para darles la tranquilidad y seguridad de que pueden encontrar las soluciones y resolver los problemas, sanar sus heridas y calmar el dolor.
También brindarles la confianza que necesitan para desarrollase y crecer.
Así Dios está con nosotros vigilado como un padre, como una madre para protegernos, sostenernos cuando tropezamos y levantarnos cuando caemos. Para reforzar nuestra confianza cuando dudamos, abrazarnos en el fracaso y el dolor, para ser nuestro guía cuando no conocemos el camino, para regocijase en nuestros logros y alegrías.
Para fortalecer nuestra fe y hacernos sentir la tranquilidad y la paz que sólo a su lado podemos encontrar.

Silvia Noemí Bierig

Salmo 121,5-8

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