El Señor da fuerza a su pueblo; el Señor bendice a su pueblo con paz.
Salmo 29,11
Dice un canto que cantamos en nuestras comunidades en una de sus estrofas: “Llegará la paz al fin, llegará la paz al fin. Siento en mi corazón seguridad, llegará la paz al fin.” Cuando leemos el texto de hoy, sabemos que la paz no llegará a nuestras vidas y naciones sólo por nuestro esfuerzo. El texto afirma que Dios dará fuerzas, y bendice a su pueblo con paz.
La fuerza de Dios vendrá en las acciones y en las luchas por la justicia, la equidad, la igualdad y por las oportunidades para todos y para todas. Es en medio de las luchas humanas que Dios envía su bendición.
Muchas veces pensamos que las bendiciones llegan a nuestras vidas, a la vida de nuestros pueblos como un milagro incontrolable, sin ninguna intervención de nuestra parte.
Debiéramos leer con más atención los textos sagrados. Dios se revela en las relaciones humanas, en los llantos y en las luchas. Por eso cantamos:
“// Enviado soy de Dios, mi mano lista está
a construir con él un mundo fraternal. //
Los ángeles no son enviados a cambiar
un mundo de dolor en un mundo de paz.
Me ha tocado a mí hacerlo realidad,
ayúdame, Señor, a hacer tu voluntad”. (Canto y Fe 150)Donde se hace la voluntad de Dios, allí hay bendición y vida.
Doris Arduin y Germán Zijlstra
Salmo 29,3-11