¡Cuídame como a la niña de tus ojos! ¡Escóndeme bajo la sombra de tus alas!
Salmo 17,8
Dios nos ofrece la oportunidad de buscar refugio y protección en Él. Mientras en el mundo avanzan las políticas que blanquean el uso de la violencia como método de diálogo, niegan el cambio climático y desestiman la justicia y la igualdad, sobreponiendo el valor económico y la meritocracia sobre la vida misma y la dignidad humana, el llamado del salmista a ser cuidados como la niña de los ojos de Dios y a ser escondidos bajo la sombra de sus alas nos da esperanza en medio de esta desprotección. Es un recordatorio de que, aunque los poderes terrenales puedan fallarnos y oprimirnos, Dios sigue siendo nuestra protección y refugio.
Aunque veamos cómo día a día la justicia y la igualdad son desechadas, y la dignidad humana es sacrificada en el altar de la economía y la meritocracia, el versículo de hoy nos llama a confiar en la protección de Dios y a ser valientes en nuestra lucha por la justicia y la verdad. Al pedirle a Dios que nos cuide como a la niña de sus ojos, también estamos reconociendo nuestra dependencia de Él y nuestra necesidad de su guía y protección.
Esta dependencia no es pasiva, sino activa, llamándonos a ser instrumentos de su paz y justicia en un mundo herido. Los cristianos y las cristianas estamos llamados a denunciar la injusticia y a defender la dignidad humana. Bajo la sombra de las alas de Dios, encontramos la fuerza y el coraje para enfrentar estos desafíos. Es un refugio que nos capacita para ser voces proféticas en un mundo que necesita desesperadamente la verdad y la justicia de Dios.
Eugenio Albrecht