Números 14,1-25
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Ya quiero mi Tablet (Meli de 7 años).
Este gobierno no sirve, lo único que hace es cobrarnos impuestos. (Silvina y Jorge en la playa de Gesell).
Los maestros son unos vagos, se pasan haciendo huelga. (Don Francisco en la ferretería).
Me recibí hace cinco años y apenas si tengo una casita. No me alcanza para el coche y el viaje a China que le tengo prometido a mi esposa. Tampoco termino con la casa que empecé. (Aurelio, agrónomo).
Todo tiene que ser ya y lo tienen que resolver otros.
¿Cómo cambiaron nuestras neuronas? Están atrofiadas. Padecemos una discapacidad importante. Aceptamos lisa y llanamente lo que la sociedad pone en nuestras cabezas. Amamos, defendemos y exigimos libertad por todas partes. Soñamos infinidad de realidades pero no estamos dispuestos a trabajar ya y sacrificarnos en función de esos sueños. Otros deben hacerlo por nosotros.
Se lo dijeron a Moisés en la cara cuando las cosas no se dieron con la rapidez que quería el pueblo.
¡No tenemos ni la tierra ni la leche y miel que nos prometiste! Mejor la esclavitud con circo y pan que luchar cada día por lograr una vida digna en libertad. Mejor mirar todo lo que nos falta que agradecer por todo lo que ya hemos logrado en lo material y espiritual.
Si esto no es una discapacidad importante en nuestra cabeza, ¿qué será entonces?
La propuesta de Moisés es sencilla pero profunda: creer que la nueva vida en libertad y con tierra propia será una realidad. Privarse de algunas cosas ahora para disfrutar mañana de una nueva realidad vale la pena.
Canto: Sí, vale la pena vivir (Canto y Fe Nº 184)
Juan Pedro Schaad
Números 14,1-25