Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores.

Mateo 8,17

Que el buen Dios te dé su paz, llene tu corazón de sabiduría y espíritu.

Para Mateo ese “él” es el mismo Jesús, cargando con el dolor y las enfermedades de las personas que lo rodean. No como una esponja, sino más bien como alguien que es capaz de entender la situación que están viviendo, y acompañando un proceso de sanación en cada uno de los que lo rodeaban o buscaban.

En algunas oportunidades uno queda pensando acerca de esto, personas que están enfermas y van en búsqueda de esa sanación, la de alguien que los toque y absorba su dolor o enfermedad para que se borre para siempre. En ese proceso, en el cual Jesús actúa para mostrar la gloria de Dios, se puede mirar diferente.

La enfermedad o el sufrimiento se transforman al descubrir la acción de Dios en mi vida. Es decir, lo que me pasa es algo que me tocó, pero en mi búsqueda me encuentro con la acción de Dios que me transforma, me da una nueva realidad. Y allí es donde surge la posibilidad de una resiliencia, es decir, la capacidad de sobreponerse al dolor. Ante la adversidad encuentro la acción de Dios en mi vida que me fortalece, y así se manifiesta su gloria.

Dios, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar; y sabiduría para conocer la diferencia. (Oración de serenidad)

Carlos Kozel

Mateo 8,14-17

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