Salomón comenzó la construcción del templo del Señor en Jerusalén, en el monte de Moria, donde el Señor se apareció a David, su padre, en el sitio que David había preparado para ello, es decir donde Ornan el Jebuseo trillaba el trigo.

2 Crónicas 3,1

Este relato es la descripción de la magnífica e impresionante estructura, acompañada de bellas decoraciones, del templo. Era un reto para Salomón, como para el pueblo de Israel, construir un templo que no podría ser igualado con otros templos dedicados a los dioses paganos. El templo junto al cofre de la Alianza, los elementos físicos más importantes que unían al pueblo de Israel con Dios, el único y verdadero. Todo tenía que lucir resplandeciente, imponente para contrarrestar las creencias en muchos en otras divinidades.
A los humanos siempre nos impactan todo lo que son estructuras, y las más complejas e inmensas nos llenan de asombro. Hasta hay gente que no se siente a gusto si no hay una estructura para reunirse para alabar a Dios. Por eso los cristianos siempre han buscado construir templos con estructuras magnificas e impresionantes.
El templo parece lograr acercarnos más a Dios, aunque en estos años de pandemia los templos han permanecido casi vacíos y nos tuvimos que adaptar a recibir el mensaje, oraciones, canciones, lecturas bíblicas por sistemas digitales. Así podemos ver que todo orgullo por el templo ha tenido que dejarse casi a un lado y encontrarnos en nuestras casas que de alguna manera se convirtieron en una especie de templo. Y Jesús nos recuerda, “porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy en medio de ellos” (Mateo 18,20). Y el apóstol Pablo va aún más lejos cuando en 2 Corintios 6,16 dice: “No puede haber nada en común entre el templo de Dios y los ídolos. Porque nosotros somos templo del Dios viviente, como el mismo dijo: ‘Viviré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo’.”
A Dios no solo se lo puede encontrar en la estructura del templo, sino que nos acompaña en la vida diaria. La estructura es importante, como lugar donde se reúnen los creyentes. Pero Dios no se limita a ella, sino que está presente en el vivir diario de las personas.

Arturo Heil

2 Crónicas 5,1-14

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